Aunque muchas veces pasen desapercibidos, en sus manos está la seguridad de una gran cantidad de personas
Es probable que aún la figura del socorrista no esté valorada como se merece en nuestra sociedad. Quizá porque no vemos más que lo que queremos ver: personas atléticas, jóvenes y que pasan el día al sol, por lo que tienen ese moreno que tanto deseamos. Pero detrás de ellos se esconde una profesión difícil y cansada. Lo cierto es que trabajan a temperaturas muy altas, con mucha luz y, en todo momento su profesión les exige un alto grado de atención. En última instancia, el socorrista es el responsable de marcar la diferencia entre lo que puede convertirse en una tragedia y lo que queda en un susto.
En los tres últimos años la media de edad de estos profesionales ha subido considerablemente, según indica Alberto García Sanz, director de la Escuela de la Escuela RFESS. Tradicionalmente este trabajo lo realizaban jóvenes entre los 17 y los 20 años que estudiaban durante el curso escolar. Ahora se observa cómo personas que habían sido socorristas en algún momento de su vida retoman la profesión que tenían aparcada. Muchos de ellos porque se encuentran en situación de desempleo y encuentran en este trabajo estival un alivio. En la última década, desde la RFESS se han formado casi 70.000 socorristas, de los que más de 30.000 son nuevos titulados y, el resto, socorristas que han actualizado su formación.
«Es una labor silenciosa, poco valorada y mal pagada, pero con grandes profesionales»
Aunque en el imaginario colectivo la figura del socorrista sea masculina, actualmente la tendencia es cada vez más equilibrada. Los requisitos exigidos para obtener el carné de socorrista son para ambos sexos los mismos, tanto físicos como teóricos. Esta acreditación la expide cada comunidad autónoma, que cuenta con su propia normativa, aunque en general hay que superar unas pruebas físicas, conocimientos prácticos y teóricos, además de tener más de 16 años.
«Lo más satisfactorio es salvar la vida a alguien, es lo más gratificante de la profesión», apunta Isabel García, socorrista. «Vigilar una zona de baño es bastante cansado y monótono, sobre todo en instalaciones cubiertas», y señala que «lo más duro es que haya sucedido algo y que no haya podido hacer nada para remediarlo».
Desde la profesión, afirman que «al socorrista se le está exigiendo tener los conocimientos de un enfermero y es un gran profesional a precio de ganga», y destacan que «es una labor silenciosa, poco valorada y mal pagada, pero a pesar de eso cuenta con grandes profesionales en nuestro país».
Las piscinas al poder
En función de la formación se distinguen dos tipos de socorrista: el de instalaciones acuáticas (piscinas, parques acuáticos) y el de espacios naturales (ríos o playas). Estos reciben una formación especializada. Así, por ejemplo, los que trabajan en el medio natural se preparan para atender primeros auxilios relacionados con animales peligrosos, como pueden ser medusas o erizos. Pero también tienen formación específica en relación con el salvamento, ya que los medios que utilizan son diferentes (prismáticos, embarcaciones, tablas de salvamento). Además, el entorno también cambia, registrándose en el mar corrientes, oleajes, etc. El trabajo es muy diferente, sobre todo porque uno se realiza en una instalación artificial y otro en un espacio natural.
«Espero el verano con mucha ilusión, disfruto haciendo mi trabajo y me gustaría pensar que, en ocasiones, gracias a mi intervención se ha podido evitar algún accidente», comenta Pedro García, socorrista de piscina en activo desde hace cinco veranos. «A veces los usuarios de la piscina no comprenden que les llames la atención interrumpiendo su baño, pero me quedo con aquéllos momentos en que te dan las gracias y aprecian tu trabajo», señala.
¿Cómo se forma un socorrista?
En cuanto a la formación, aunque varía según qué entidad la imparta, hay ciertos pilares fundamentales. Por un lado, asignaturas relacionadas con anatomía, fisiología y emergencias; por otro, salvamento y socorrismo; y finalmente, legislación y psicología. Porque el trabajo del socorrista no se limita a las actuaciones acuáticas, sino que está formado para actuar tanto dentro como fuera del agua, según indican desde la RFESS. Por otra parte, suelen reciclar cada dos años su formación para poder garantizar la seguridad de quienes vigilan.
El socorrista está formado para actuar tanto dentro como fuera del agua
A modo ilustrativo, por ejemplo, desde Escuela de Socorrismo, informan de que su curso consta de 40 horas teóricas y otras 40 horas prácticas. En esta entidad imparten, además el curso de actualización del título que están obligados a realizar quienes quieran permanecer en activo. Para este año han formado a un total de 153 nuevos socorristas y actualizado a otros 420.
La Federación
El papel de las federaciones es también relevante. Desde la Federación Madrileña de Salvamento y Socorrismo, el objetivo es la promoción de la actividad en todos sus ámbitos. Así, a través de las escuelas se encargan de fomentar la modalidad deportiva que ayuda a salvar vidas y con los clubes de salvamento y socorrismo fomentan la capacidad física; a través de la formación preparan a los futuros socorristas y a sus técnicos.
Además, desde este año también participan en los Juegos Deportivos Municipales y en los Juegos Acuáticos Atlánticos. Además, se encargan de planificar campañas de prevención, talleres, jornadas informativas, etc.
Un total de 17.060 profesionales forman parte de la Federación Española, de los que unos 10.000 son socorristas, y otros 6.000 deportistas, lo que nos puede dar una idea del perfil de estos trabajadores.
¿Qué hacen el resto del año?
Pese a ser una profesión estacional, algunos socorristas que son deportistas entrenan en su club y se mantienen activos el resto de meses. Algunos otros pueden seguir ejerciendo en piscinas que abren todo el año. Además, cada vez más va en aumento el numero de aquéllos que se desplazan hasta el hemisferio sur cuando es invierno aquí. La mayoría, sin embargo, se dedica a estudiar o buscan otras profesiones.
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