lunes, 26 de agosto de 2013

Cómo se 'fotografío' por primera vez el corazón

Por aquella época, otro científico germano, llamado Phillip Lenard, hizo importantes modificaciones en el tubo de Crookes aprovechando las investigaciones de Hertz, el cual había demostrado que estos rayos catódicos, si no eran capaces de atravesar el vidrio sí estaban capacitados, por el contrario, para pasar a través de finas láminas de aluminio.

rayosHay que remontarse al sigo XIX para conocer los inicios de lo que es hoy este popular y útil método diagnóstico. La historia de los rayos X comienza con los experimentos de un científico británico, pero es gracias a la insistencia de un físico alemán que se consigue radiografiar la primera imagen de un miembro humano. Aquí te lo contamos.

Los primeros pasos

A finales del siglo XIX un prolífico inventor de nombre Crookes hizo pasar corrientes eléctricas a través de un tubo de vidrio, del que había extraído parcialmente el contenido aéreo, desde un polo positivo colocado en uno de los extremos hasta un polo positivo colocado en el extremo opuesto. Los rayos resultantes de estas corrientes fueron denominados rayos catódicos y en ellos radicaría la base principal para el desarrollo de los que conocemos como radiografía clínica y cuyo principio básico no es otro que el de los llamados rayos X.
En 1894, un científico alemán, llamado Wilhelm Roentgen se interesó en el estudio de los rayos catódicos ante la inaceptable idea de que dichos haces fotónicos no eran capaces, como había aventurado Crookes, de atravesar el vidrio y sí por el contrario otras materias. Roentgen estaba convencido de lo contrario.

La tozudez de Roentgen

Así pues, Lenard creó una ventana de aluminio dentro del tubo de vidrio de Crookes e hizo circular los rayos catódicos en su interior. Con posterioridad pudo comprobar que un papel impregnado en una solución de platinocianuro de bario adquiría una fluorescencia especial cuando era atacado por los rayos del tubo de Lenard cuando estos salían a través de la ventana de aluminio. Esto vino a confirmar, como había sugerido Crookes, que los rayos catódicos atravesaban el aluminio pero eran impermeables al vidrio. Roentgen no quedó del todo convencido.
Semanas más tarde, el tozudo científico alemán tomó el primitivo tubo de vidrio de Crookes, sin ventana de aluminio, y lo cubrió con una cartulina totalmente negra. A continuación oscureció toda la sala para que no se filtrara luz alguna desde el exterior e hizo pasar la corriente de rayos catódicos por el tubo proyectándola sobre una pantalla de platinocianuro de bario, situada a más de un metro de distancia. Ante aquella agresión lumínica la pantalla exhibió un brillo leve que poco a poco se fue intensificando. Roentgen aplicó nuevas descargas al tubo al tiempo que alejaba cada vez más la pantalla de platinocianuro obteniendo siempre el mismo resultado: la luminiscencia.
Sus conclusiones inmediatas no le dejaron un resquicio para la duda. No era posible que el fenómeno fuese debido a los rayos catódicos de Crookes sino a otros de naturaleza hasta entonces desconocida, denominándolos por esa razón rayos X.
Investigaciones posteriores le permitieron conocer a Roentgen que los nuevos y desconocidos rayos X alcanzaban una distancia de hasta dos metros, que viajaban siempre en línea recta, que ningún campo magnético era capaz de desviarlos y que de la misma manera que podrían atravesar tejidos humanos blandos eran impenetrables para los huesos y sobre todo para el plomo. Si esto era así, un haz de rayos X atravesando un tejido humano dibujaría con todas las posibilidades las interioridades del mismo diferenciando perfectamente las partes blandas (la carne) de las duras e impenetrables (los huesos).

La primera radiografía de un miembro humano

El científico fue consciente desde los primeros instantes de la importancia de su descubrimiento y por esa razón no lo dio a conocer hasta que estuvo plenamente seguro de sus trabajos. Su esposa fue de gran ayuda y fue ella misma la que prestó su mano derecha al científico para que por primera vez en la historia de la Medicina se fotografiase (se "radiografase") un miembro humano para tratar de averiguar el estado de sus estructuras internas y cuyo original se conserva en las Biblioteca Frances Countway de Boston.
La radiografía de la mano de su esposa Bertha (en la foto de arriba) ocupó las portadas de los principales periódicos de todo el mundo. Su hallazgo reportó a Roentgen numerosos reconocimientos y premios, entre ellos el Primer Nobel de Física de la Real Academia Sueca de Ciencia (cuya dotación económica donó a la Universidad en apoyo a la investigación). Sin embargo, Roentgen no continuó explorando las posibilidades médicas de su descubrimiento, sino que continuó trabajando en otros aspectos relacionados con la Física. Pero, como era muy sencillo producir rayos X, pronto se popularizaron en lugares públicos y comercios, donde se utilizaban de forma trivial. Su uso se restringió definitivamente al terreno médico cuando se hizo patente el peligro que conllevaba su empleo banal. Un método que conserva la denominación de rayos X porque, según se cuenta, la tradición universitaria alemana defiende que los hallazgos de los profesores pertenecen a la humanidad y no deben ser patentados por nadie.
En este vídeo del canal Imagen Cardiaca TV,
el Dr. Miguel Ángel García Fernández, @MAecocarioo
williams
Pocos meses después del descubrimiento de Roentgen, y serenados los primeros entusiasmos científicos, se consigue la primera imagen del órgano al que se considera motor de la vida. En la segunda entrega del post abordamos este y otros aspectos de la historia de este método diagnóstico.

El 28 de diciembre de 1895 Roentgen publicó por primera vez sus descubrimientos. Dichos hallazgos tuvieron una difusión y una repercusión extraordinaria en el mundo científico trascendiendo rápidamente a toda la población general: muy rápidamente, la prensa internacional se hizo eco del trascendental descubrimiento para fascinación de muchos y enriquecimiento de algunas gentes sin escrúpulos que hicieron mal uso y abuso de los rayos que ya por aquel entonces empezaron a conocerse como los 'rayos roentgen'.

Francis Williams, el "primer radiólogo americano"

Numerosos médicos en Europa y Estados Unidos, comprendieron las implicaciones y consecuencias del descubrimiento de Roentgen. Entre ellos estaba Francis Williams, un internista de Boston que decidió aplicar los novedosos 'rayos' en el estudio y diagnóstico de las enfermedades de los pulmones y el corazón (a pesar de la reticencia inicial de algunos colegas que insistían en que no reconocían en las primera radiografía los distintos órganos de la cavidad torácica).
Así, pocos meses después del descubrimiento de Roentgen, y serenados los primeros entusiasmos científicos, Francis Williams, pudo por primera vez y con ayuda de la fluoroscopia, aplicar los rayos X al corazón para así obtener la primar imagen del órgano al que se le considera motor de la vida. Se trataba de un varón con dilatación cardiaca y la imagen de su corazón enfermo pudo radiografiarse incluso a través de dos camisas y un chaleco que el enfermo llevaba puestos.
Tanto fue el interés y la insistencia de Williams que, hasta que el Boston City Hospital habilitó para él una pequeña habitación en el edificio en 1986, trasladaba a los pacientes hasta los laboratorios Rogers en el Instituto de Tecnología de Massachussets. Se calcula que examinó o trató, en 19 años, 150.000 pacientes y que, gracias a su trabajo en colaboración con el Dr. William Rollins (que era su cuñado), diseñó un gran número de dispositivos relacionados con la radiología y destinados a mejorar la seguridad tanto de los pacientes como del propio personal sanitario. Por otra parte, Williams avanzó en el terreno del uso de la radiología no solo como método diagnóstico sino como agente terapéutico en patologías como la leucemia o los problemas dermatológicos. Con el paso del tiempo, Williams ha sido considerado el primer radiólogo americano y el libro de texto que escribió en 1901 'Los rayos Roentgen en medicina y cirugía', uno de los textos más leídos y respetados en la Medicina americana.

El primer tratado de Radiología Cardiaca

Paradójicamente, el estudio radiológico no despertó un gran entusiasmo inicial e incluso figuras tan relevantes de la Medicina, como Sir James Mackenzie, llegaron a poner en duda los beneficios diagnósticos que podrían obtenerse con imágenes directas del corazón captadas mediante la técnica de Roentgen.
Hubieron de pasar algunos años hasta que, en 1933, se publicaran tres interesantes artículos en el prestigioso British Medical Journal avalando las bondades de la radiología cardiaca para el estudio de las enfermedades del corazón. En 1937, Roesler publicó el primer tratado de Radiología Cardiaca en el que sentaban las bases metodológicas y diagnósticas que han servido para el desarrollo que la técnica, en materia de Cardiología, ha experimentado hasta nuestros días.
La fluoroscopia vino a complementar de manera extraordinaria el diagnóstico radiológico cardiovascular: se constituyó en la piedra de toque para el desarrollo de nuevas técnicas que han permitido observar perfectamente la dinámica del corazón y seguir el curso de los catéteres en las exploración cardiaca dinámica y perfilar el calibre de las arterias coronarias y los flujos de sangre a través de las cámaras cardiacas.

Roentgen, un apellido para la historia

Wilhelm Konrad Roentgen era el único hijo de un fabricante de tejidos nacido en Lennep en 1945. Tuvo una vida tan fecunda como azarosa, recibiendo en 1901, como tributo a sus aportaciones biomédicas, el Premio Nobel de Medicina. No parece ser que fuera un estudiante brillante mientras cursaba estudios de filosofía en la Universidad de Utrecht, de donde fue expulsado por encubrir a uno de sus compañeros que había hecho una caricatura desafortunada de uno de los intolerantes profesores. Más tarde logró graduarse en ingeniería mecánica trasladándose a Estrasburgo donde impartió clases en el Instituto de Ciencias Físicas. En 1984 fue nombrado rector de la Universidad de Würzburg donde realizó la mayor parte de sus investigaciones.
No todo fueron parabienes en la vida de Roentgen. Las privaciones de la Primera Guerra Mundial, el fallecimiento de su esposa en 1919 y las acusaciones de sus detractores (imputándole la apropiación indebida de su descubrimiento a favor de su ayudante) le hicieron retirarse poco a poco de la escena pública y académica amargándole los últimos años de su vida. Falleció en la ciudad de Múnich en 1923, pero su ingente obra pervivirá para siempre.

Autor
Dr. José Luis Palma Gámiz
Vicepresidente de la Fundación Española del Corazón
Twitter: @jlpalmagamiz


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